Cuando los cristianos afirman que es necesario aceptar “la verdad” revelada en la Biblia, sus esfuerzos a veces se resisten con la respuesta de que “no existe la verdad absoluta”. Sin embargo, si la verdad absoluta no existe, entonces esta afirmación no puede ser del todo verdadera.
Por contraste, la Biblia habla de la verdad en términos absolutos. Por ejemplo, el apóstol Juan registra a Jesús diciendo: “Yo soy el camino, y LA VERDAD, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6; comparar Juan 1:14,17). Aquellos que afirman que “la verdad absoluta no existe” lo hacen, en parte, para evitar la controversia. Sin embargo, la verdad, por su propia naturaleza, es controversial porque se opone a todo lo que es falso.
Para determinar la diferencia entre los dos, debe haber un estándar (2 Timoteo 1:13). ¿Qué será? ¿Mis sentimientos y opiniones? ¿Los suyos? ¿La ideología dominante de la mayoría? ¿Las tradiciones religiosas hechas por el hombre transmitidas por nuestros padres y otros?
En realidad, Jesús era un hombre controversial porque defendía la verdad… ¡tanto que resultó en su muerte! Mientras muchos hoy dicen que cada uno tiene “su verdad”, los discípulos de Cristo deben decirle al mundo “LA verdad“. Deben cumplir esta misión, aunque los hombres la “detienen” (Romanos 1:18) y no la “obedecen” (Romanos 2:8).
Jesús afirmó ser la encarnación perfecta o la fuente de LA VERDAD (Juan 14:6). Él prometió guiar a sus apóstoles “a TODA LA VERDAD” (Juan 16:13; comparar Juan 15:26; 17:17). A punto de ser entregado por Poncio Pilato para ser crucificado, Jesús insistió en que había “venido al mundo para dar testimonio a LA VERDAD” (Juan 18:37). Después de su crucifixión y entierro, muchos testigos oculares, hasta quinientos a la vez (1 Corintios 15:6), vieron a Jesús vivo, lo cual demuestra que todo lo que dijo era verdad. LA VERDAD se reveló a través de los apóstoles, tal como lo prometió Jesús, y se ha registrado en forma escrita para que las generaciones futuras tengan la oportunidad de conocer su voluntad (1 Corintios 14:37; 1 Tesalonicenses 2:13).
La pregunta, por lo tanto, no es “¿Existe la verdad absoluta?” sino más bien “¿Elegiré creer y obedecerla?” Sólo LA VERDAD, tal como se revela en la palabra de Cristo, puede liberarnos de nuestros pecados (Juan 8:31-32).
–Jerry Falk