El 13 de marzo de 2010, los estados de Nueva Jersey, Nueva York y Connecticut fueron azotados por una fuerte tormenta de lluvia, la cual derrumbó a muchos árboles a su paso y dejó a miles de viviendas sin luz durante varios días. Decían en los medios de comunicación que en el Aeropuerto de John F. Kennedy en la cuidad de Nueva York se registraron rachas de viento de hasta 78 millas (125 km.) por hora. ¡Fue lo mismo que estar en un huracán de “categoría 1”!
Dos días después, tuvimos que llevar a nuestro hijo, Jonathan, al ortodontista. Nos asombramos al ver la destrucción que había dejado la tormenta en algunos pueblos de Nueva Jersey. En una ocasión, en el pueblo de Kingston, tuvimos que dar la vuelta e ir al ortodontista por otro camino debido a los postes de luz que atravesaban el asfalto. Algunos postes colgaban precariamente sobre nuestras cabezas mientras pasábamos por aquel camino.
Fue durante este viaje que mi esposa, María, dijo algo que me hizo reflexionar. Al ver cómo los árboles supervivientes habían perdido muchas ramas muertas y aun pedacitos de su corteza, ella dijo: “El viento sirve para podar a los árboles”. Antes de que yo pudiera responder, añadió: “Así son las pruebas en la vida del cristiano”.
A veces Dios permite que sus hijos sean sacudidos por los vientos fuertes de la enfermedad, por los problemas económicos, y hasta incluso por los problemas en la iglesia, no para destruirlos sino para eliminar aquellos vestigios muertos e inservibles del “viejo hombre” (Efesios 4:22). Al ser “podado” de estas cosas, el cristiano tendrá nuevas oportunidades de “reverdecer” y llevar “más fruto” en el servicio del Señor (Juan 15:2).
¿Cómo se mantiene uno en pie en medio de tales tormentas? En las palabras del apóstol Juan, “todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4). ¿Cuál es la clave para salir victoriosamente del viento huracanado de las pruebas? ¡Nuestra fe!
No nos olvidemos que Dios tiene un propósito al dejar que pasemos por las pruebas. Pensando en esto, Santiago nos dice: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).
Siga confiando en Dios y resista con firmeza las dudas con las cuales Satanás le quiere derrumbar. “Cuando [usted] haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12).