En Hechos 17:16-19, Lucas nos habla acerca de la oportunidad de Pablo de predicar a una multitud de griegos que abrazaron dos filosofías diametralmente opuestas. Los epicúreos creían que la mayor felicidad del hombre se podía encontrar en el placer o la comodidad corporal. Por contraste, los estoicos se esforzaron por ser guiados por su intelecto y suprimir sus deseos físicos.
Hay una razón por la que se mencionan en la Biblia. Todo el mundo tiene una necesidad espiritual y, sin Dios, las personas sólo encuentran dos maneras de satisfacerla: (1) viviendo para hoy y para el placer carnal o (2) buscando el conocimiento humano y suprimiendo los deseos físicos.
En su libro, “Our Oriental Heritage” (Nuestro Patrimonio Oriental), publicado originalmente en 1935, el autor Will Durant hace la siguiente observación: “Una nación nace estoica y muere epicúrea. En su cuna (para repetir un dicho pensativo) se encuentra la religión, y la filosofía la acompaña a la tumba”. El Antiguo Testamento indica que la nación judía sucumbió a ambas filosofías… y la pagaron caro.
Israel en el epicureísmo
Los epicúreos se centran sólo en las cosas materiales y ponen el placer por encima de todo. Israel había adoptado completamente esta teología en la época del profeta Jeremías. El escritor inspirado nos dice que los israelitas dejaron a las esposas de su juventud y persiguieron a los dioses de las naciones extranjeras (Jeremías 2:27-28).
Anteriormente en el registro bíblico, en Éxodo 24, Israel hizo un pacto con el Señor y prometió guardarlo. En Éxodo 32, sin embargo, vemos cómo los israelitas decidieron adorar a un ídolo sin alma. En esta etapa del desarrollo de su nación, era como si los judíos hubieran entrado en un pacto matrimonial con Dios… ¡y le hubieran engañado durante la luna de miel! Israel no pudo contenerse de las pasiones que llegó a conocer en Egipto. El Señor los perdonó, pero ellos continuaron mirando hacia Egipto y el placer que tenía. Números 14 es sólo un ejemplo de cómo deseaban fervientemente regresar a Egipto en lugar de seguir el camino del Señor a Canaán.
Israel intentó el estoicismo
Los estoicos tienen un defecto vital en su teología: creen que la respuesta está dentro del hombre y que el hombre puede resolver todos los males de la sociedad. Israel también creía que no necesitaba a Dios pero que podían salvarse a sí mismos.
De vuelta en Jeremías, Israel tenía que tomar otra decisión. Ismael acababa de matar a Gedalías, el gobernador de la tierra de Judá puesto allí por Nabucodonosor de Babilonia (Jeremías 41:1-2). Gedalías y los que estaban con él vinieron a Jeremías y le preguntaron qué quería el Señor que hicieran (Jeremías 42:1-3). Podrían quedarse en Israel y confiar en el Señor para salvarlos o partir hacia Egipto. Diez días después, Jeremías reveló en términos inequívocos que la voluntad del Señor era que permanecieran en Judá y que mudarse a Egipto significaba muerte por espada, hambre y pestilencia (Jeremías 42:7-22). Lamentablemente, decidieron confiar en su propio conocimiento y partir hacia Egipto (Jeremías 43:4-7).
Israel tuvo una relación perjudicial con Egipto desde que fueron liberados de allí por Dios. Siempre miraban hacia atrás como si hubiera algo que perder o algo mejor de lo que Dios les había provisto. Echaron de menos la comida de Egipto, así que el Señor les dio maná (Éxodo 16:3-4), echaron de menos el pescado de Egipto, por lo que el Señor les dio codornices (Números 11:5,31). Egipto es para Israel lo que el materialismo es para nosotros. Los israelitas aún no podían ver más allá de lo que observaban con sus ojos. Confiaban en su propio conocimiento; confiaban en el hombre en vez de en Dios.
Conclusión
El objetivo del mundo es buscar placer (como los epicúreos) o resolver los males del hombre por medio de su propio conocimiento y poder (como los estoicos). Ambos grupos se esfuerzan por dar un verdadero significado a su existencia, pero finalmente se quedan cortos.
Sólo el mensaje de la cruz puede salvar a la humanidad de este ciclo interminable de muerte provocado por las filosofías hechas por el hombre. El mundo puede ver este mensaje como locura, pero ¡”para nosotros los salvos es poder de Dios” (1 Corintios 1:18, NASB)!
–Basado en un sermón por Donald Turner