¿Somos compasivos?
Quizá millones de personas en todo el mundo hayan implorado la misericordia de Dios desde el comienzo de esta pandemia, y con razón. Sin embargo, debemos recordar que Jesús dijo en su Sermón del Monte: “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia” (Mateo 5:7). ¿Cuán bondadosos y benevolentes somos nosotros en nuestro trato con los demás?
Una causa del juicio de Dios
El Antiguo Testamento indica en diferentes pasajes que una de las razones por las cuales Dios trajo juicio sobre las naciones fue por su falta de compasión hacia las viudas, los huérfanos y los pobres. Incluso llegaron a hacer leyes para hacer cumplir su opresión de los demás (Isaías 10:1-2). Dios espera que defendamos a aquellos que no pueden defenderse a sí mismos.
Formas en las que no mostramos misericordia
Muchos hoy prefieren enviar a sus padres enfermos a hogares de ancianos, a pesar de que tienen el tiempo y la capacidad de hacer esta buena obra ellos mismos. Pablo le escribió a Timoteo que “es correcto cuidar de … [nuestros] padres y madres: porque esto es agradable a los ojos de Dios” (1 Timoteo 5:4, traducido de la versión inglesa Basic Bible in English). La versión inglesa Contemporary English Version indica que los hijos deben cuidar a la viuda “como ella una vez los cuidó [a ellos]”. ¡Ojalá fuéramos tan misericordiosos con nuestros padres como ellos con nosotros cuando éramos pequeños!
Hace sólo unos días, fuimos testigos de una visión horrible en el mundo… y algunos de nosotros incluso podríamos haber participado en ella. Algunas personas, preocupadas por la COVID-19, acumularon tanto en los supermercados que dejaron poco o casi nada para otros. ¿Cómo les ha ido a los pobres y otros miembros débiles de la sociedad en este atroz espectáculo de la humanidad?
Recientemente pude hacer un trabajo evangelístico entre los inmigrantes venezolanos en Colombia. Eran algunas de las almas más pobres que he visto en mi vida, viviendo en chozas endebles de madera con pisos de tierra. No tenían agua corriente ni electricidad; la comida era escasa incluso en los mejores tiempos. Odio pensar en lo que esta pandemia les puede hacer a estas personas. La mayoría de nosotros somos RICOS en comparación. ¿Estamos mostrando compasión hacia las almas empobrecidas a medida que se presentan las oportunidades o estamos acumulando mucho para nuestras propias necesidades?
Como si esto fuera poco, aproximadamente 150,000 niños son abortados CADA DÍA en el mundo (https://www.guttmacher.org/fact-sheet/induced-abortion-worldwide), principalmente por conveniencia. Esto es lo peor del egoísmo y es contrario a la compasión que todos deberíamos sentir hacia los seres humanos más indefensos de la tierra.
Quizá Pablo estuviera pensando en esta mentalidad depravada cuando dijo que alguna personas no tienen “afecto natural” (Romanos 1:31). Algunos no tienen inclinaciones maternas o paternas hacia el pequeño ser que se desarrolla en el útero. Para ellos, no es más que un “tejido”, o peor, un “parásito intestinal”, como alguien publicó en línea hace unos años.
¿Dios trajo esta pandemia al mundo?
Muchas personas religiosas se refieren a la pandemia de coronavirus como un “juicio de Dios”. Sin embargo, ¿de dónde obtuvieron tal conocimiento?
Jesús y los escritores del Nuevo Testamento no imaginaron la era cristiana como una de revelación continua y directa, sino que “toda la verdad” sería revelada a través de los apóstoles y escritores inspirados del primer siglo (Juan 16:13; 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:3; Judas 3).
Dios no le ha dicho directamente a este escritor ni a nadie más en la tierra que está “usando el coronavirus para castigarnos por nuestra desobediencia”. ¡No crea usted a los “profetas” modernos que afirman que Dios les ha dicho cosas específicas que no se han revelado en su palabra escrita! Sin embargo, sí podemos decir con confianza que Dios está “permitiendo” esta crisis, aunque no es necesariamente la causa de la misma.
Algunos aprenderán de esto
Dios sabe que algunos se aprovecharán de esta prueba que ha llegado a toda la humanidad y que saldrán mejor que antes. Serán refinados, como el oro que se purifica con el fuego.
¿Qué pasa con nosotros? ¿Nos esforzaremos por conocerle mejor a Dios y a su palabra como resultado de esta pandemia (Jeremías 9:23-24; Juan 14:23; 1 Juan 5:3)? ¿Aprenderemos a ser más misericordiosos o tales inclinaciones serán de corta duración? El tiempo dirá.
–Jerry Falk