Una vez, al ver el ejemplo de su Señor tan dedicado a la oración, los discípulos le pidieron a Jesús: “Enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1). Ni Juan el Bautista ni nadie antes que él oró precisamente de la manera que Jesús dejó modelo para sus seguidores en aquel momento, desde la primera palabra en adelante. Jesús se dirigió a Dios como “Padre”. Hagamos una pausa para considerar qué bendición especial es poder llamarle a Dios, “Padre”, y por qué solamente Jesús lo posibilita.
El más capaz de revelar al Padre
Jesús, siendo él mismo el Hijo de Dios encarnado, es único en su capacidad de revelar al Padre. “El unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer” (Juan 1:18, LBLA). “El que procede de arriba está por encima de todos. Lo que El ha visto y oído, de eso da testimonio” (Juan 3:31b-32a, LBLA). ¿Quién más que el Hijo de Dios puede revelarlo como un Padre?
Más que eso, Jesús hace posible tal relación íntima, pues por medio de la justificación por su sangre, nosotros que antes estábamos alejados de Dios podemos recibir la adopción de hijos. “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4-5, LBLA).
La oración motivada por el deseo de amar y honrar al Padre
El apóstol Juan expresa muy adecuadamente nuestra celebración de ser hijos en Cristo: “¡Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios!” (1 Juan 3:1, LBLA). Reflexione sobre cómo esta relación y concepto de Dios forman la práctica de Jesús en la oración y también el contenido de sus oraciones. El oraba muy a menudo y en concentración solitaria, aún en los tiempos más ocupados de su ministerio. En el texto de Lucas 11, su sesión de oración se coloca justo después de su proclamación de que “una sola cosa es necesaria” en la vida (Lucas 10:42), lo cual puede indicar que la intimidad con Dios es aquella cosa. ¿Por qué dar tanta prioridad a la oración? Porque ama a Dios con un amor de familia, y lo honra como a un Padre.
Actitudes correctas de la “oración modelo”
Las actitudes que un hijo debe tener hacia un padre terrenal, y por lo tanto mucho más hacia el Padre celestial, también están presentes en las palabras de la oración ejemplar breve (Lucas 11:2-4). El respeto: “santificado sea tu nombre”. La sumisión: “venga tu reino”. La dependencia y la confianza: “danos hoy el pan nuestro de cada día”. El deseo de agradar: “perdónanos nuestros pecados”. La imitación: “también nosotros perdonamos a todos”. La entrega: “no nos metas en tentación”.
Los niños pueden contar con el Padre para oírlos
Además, si podemos mirar hacia Dios y presentarle nuestras peticiones como hijos, su respuesta será la de un Padre. Jesús expresa completa confianza en la contestación de Dios a la oración: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Lucas 11:9). ¿Cómo puede estar tan seguro acerca de esto? El sigue diciendo: “Si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13). Así Jesús tanto comienza como concluye su exhortación sobre la oración con el mismo principio fundamental: Dios es nuestro Padre celestial. ¡Gracias sean a Jesús por hacerlo posible!
–Brigham Eubanks