A veces, cuando ciertas frases son repetidas una y otra vez por personas en diferentes “denominaciones cristianas”, con tiempo terminan siendo adoptadas por miembros de la iglesia del Señor. Una de estas frases es algo así: “Dios quiere una relación, no una religión” o “Dios no quiere tu religión”. Por consiguiente, se ha animado a la gente a creer que hay algo inherentemente incorrecto en la religión. ¿Es cierto esto?
La religión y la salvación
Según su etimología, la palabra “religión” proviene del español “religar”, que significa “unir” o “volver a unir”. Esto, a su vez, proviene del latín “religare” y se refiere a un vínculo de piedad por el cual uno está “unido” o “atado” a Dios. La “religión”, por lo tanto, tiene que ver con creencias y prácticas que crean un vínculo entre el hombre y Dios.
El razonamiento detrás de la frase repetida a menudo de que “Dios no quiere religión” es la suposición de que la salvación por gracia no depende de nada de lo que el hombre hace. Sin embargo, si bien es cierto que somos salvos por gracia (Romanos 3:24), también somos “salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8). Esta clase de fe no sólo cree (Santiago 2:19) sino que también pone en práctica (u obedece) la palabra de Dios (Santiago 2:24). La verdadera fe que salva incluye la obediencia.
Siguiendo esta línea de pensamiento, el apóstol Pablo declara al principio y al final de su carta a los cristianos en Roma que el propósito del evangelio de Cristo es guiar a todas las naciones “a la obediencia a la fe” (Romanos 16:25-26;1:5, LBLA). Cuando los cristianos en Roma fueron “obedientes de corazón” (Romanos 6:17) al someterse humildemente al Señor en el bautismo (Romanos 6:3-5), fueron “libertados del pecado” (Romanos 6:6-7). En este acto de fe obediente, se estableció un vínculo de comunión entre ellos y Dios (Romanos 6:11). No ganaron ni merecieron la salvación; sin embargo, Dios les exigió que creyeran, se arrepintieran y se bautizaran para ser salvos (Marcos 16:16; Hechos 2:38; 1 Pedro 3:21).
La clase de religión que Dios quiere
El único vínculo verdadero por el cual uno está unido con Dios se establece cuando cree y obedece las enseñanzas de Cristo reveladas en el Nuevo Testamento. Esto es exactamente lo que constituye la verdadera “religión” de Cristo. Con esto en mente, Santiago dice: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:26-27). Por lo tanto, la “religión” que Dios quiere es la que cree y obedece (es decir, pone en práctica) su palabra (Santiago 1:22). Visitar a los huérfanos y a las viudas y conservarse limpio de la corrupción del mundo son sólo dos ejemplos de la clase de “religión” que agrada a Dios.
¿Qué deberíamos decir a la gente?
En lugar de decir que “Dios no quiere religión”, debemos decir que Cristo no quiere que sus seguidores estén divididos debido a las diferentes creencias y prácticas que violan su palabra (Juan 17:20-21, 1 Corintios 1:10-13). Cristo quiere que le sigamos a él y a sus enseñanzas, nada más y nada menos. Nuestra lealtad es hacia él y no hacia ninguna alianza sectaria.
En resumen, Dios quiere una relación, pero también quiere que se base en “una religión pura y sin mancha” (Santiago 1:27, NVI). Él no quiere un sistema de devoción hecho por el hombre basado en opiniones, sentimientos y tradiciones, sino más bien en la humilde obediencia a su palabra como se revela en el Nuevo Testamento. ¡Esta es la clase de “religión” que Dios quiere!
–Jerry Falk