Un cambio de imagen superficial
El comité de programación para una convención nacional de peluqueros diseñó un medio gráfico para demostrar la eficacia de su profesión.
Encontraron a un hombre sin hogar con pelo largo y lleno de mugre. Su rostro estaba sin afeitar y su ropa estaba desgarrada y manchada. Su cuerpo apestaba a licor barato y a sucio.
Los barberos le limpiaron. Le dieron un baño, champú, afeitado, corte de pelo y manicura. Le rociaron generosamente talco y agua de colonia. Estaba vestido con un traje nuevo y se presentó ante la convención como un hombre cambiado. Ciertamente proyectó la imagen esperada.
Sin embargo, dentro de una semana, el hombre estaba de vuelta en la calle frecuentada por los vagabundos, en el estrato más bajo de la sociedad, en su viejo andar. Los barberos habían alterado su apariencia, pero sus esfuerzos no le habían cambiado por dentro.
Una metamorfosis espiritual
Jesús dijo: “Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mateo 23:26). Se refería a la persona interior o al corazón, que controla la conducta de una persona, cuando se refería al interior de la taza y el plato. No importa qué tan bien pueda verse una persona hacia afuera; no es más que un vagabundo sucio por dentro, si su corazón, actitud y carácter no han sido cambiados por el evangelio de Jesucristo.
Debido a nuestro pecado, cada uno de nosotros está en esa calle de vagabundos, destinados a morir (Romanos 6:23). Pero Dios nos ama tanto que dio a su único Hijo, Jesús, para que muriera en la cruz por nuestros pecados (Juan 3:16) y para que podamos tener perdón y la esperanza de vida eterna (Efesios 1:7; Tito 3:7).
El catalizador del verdadero cambio
Todos los que obedecen el evangelio (Romanos 1:5; 16:25; Hebreos 5:9) experimentan una transformación maravillosa. El apóstol Pablo se refiere a esta metamorfosis espiritual con estas palabras: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
El cambio que Cristo desea lograr en nuestras vidas no es superficial. Más bien, ¡somos transformados por Cristo de adentro hacia afuera!
El apóstol Pablo explicó el cambio que se produce en el creyente penitente cuando es bautizado en Cristo: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:3-4).
Cualquiera que tenga dinero para gastar puede poner a un hombre en un traje nuevo, pero sólo Cristo puede poner a un hombre nuevo en el traje.
–(Adaptado) David Sargent