Muchos dejan que los maestros religiosos y otros escudriñen las Escrituras por ellos. Quizá piensen que el estudio cuidadoso es sólo para aquellos que enseñan (es decir, sacerdotes, pastores, predicadores, etc.).
Esto no fue la actitud de los habitantes de Berea, Grecia. Hechos 17:11 nos dice que “de buena gana recibieron el mensaje [predicado por Pablo y Silas], y día tras día estudiaban las Escrituras para ver si era cierto lo que se les decía” (Versión Dios Habla Hoy). No aceptaban ciegamente las palabras de estos maestros sino que las comparaban cuidadosamente con el Antiguo Testamento.
Veamos cinco razones por las que nosotros también debemos investigar las Escrituras por nosotros mismos, tal como los bereanos.
(1) Cada uno tendrá que dar cuenta de sí mismo.
2 Corintios 5:10 dice que “es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” (Comparar Romanos 14:11-12.)
No podemos echar la culpa a Dios ni a nadie más por el hecho de que nosotros nunca investigamos la verdad por nuestra cuenta. Cuando nos encontremos ante el tribunal de Cristo en el juicio final no será suficiente decir que “mi pastor me dijo que era la voluntad de Dios”, ni que “la culpa la tiene el cura de mi parroquia”, ni que “yo confiaba en que mis padres me decían la verdad”.
(2) Puede que mañana no tenga otra oportunidad.
Los años que pasamos en la tierra son sólo una gota en el océano de la eternidad. La Biblia dice que son como una “sombra que no dura” (1 Crónicas 29:15) y como “un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4:14, LBLA). Después de la muerte, viene el juicio (Hebreos 9:27-28). Ya no habrá más oportunidades para escudriñar las Escrituras.
Además, nadie, menos el Padre celestial, sabe el día exacto cuando Jesucristo volverá (Mateo 24:36). Jesús vino a la tierra la primera vez para servir al hombre y dar su vida en rescate por él (Marcos 10:45). La segunda vez no vendrá como siervo sino como Juez de toda la humanidad (Hechos 10:42; 17:31).
(3) Su alma vale demasiado para confiarla ciegamente a otro.
No confiamos ciegamente nuestro cuerpo a cualquier médico. ¿Por qué, entonces, deberíamos confiar nuestra alma a otro sin investigar las Escrituras por nosotros mismos para ver si lo que nos dice es la verdad o no?
El alma es nuestra posesión más valiosa. De acuerdo con esto, Jesús dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26) ¡El alma de cada ser humano excede el valor de todo lo que nos puede ofrecer este mundo!
(4) Los maestros religiosos pueden llevarnos por mal camino.
A veces los maestros llevan a otros por mal camino a causa de su propia ignorancia. Otras veces lo hacen queriendo (Efesios 4:14). En cada caso, las consecuencias son desastrosas. De acuerdo con esto, Jesús dijo que “si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:14).
La forma de evitar este problema consiste en someter a prueba a todos los maestros religiosos con las enseñanzas de las Escrituras para ver si son de Dios (1 Juan 4:1).
(5) Todos los caminos NO llegan a Roma.
Jesús nos advierte acerca del peligro de ir por el camino equivocado. Dijo en su Sermón del Monte: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).
Para asegurarnos de que vamos por el camino correcto, es necesario edificar nuestras vidas sobre las palabras de Cristo (Mateo 7:24-25). Sólo ellas podrán resistir la tormenta más grande: el juicio final.
¡Investiguemos por nosotros mismos las enseñanzas de las Escrituras!
–Jerry Falk