En la Biblia, el nombre de una persona a menudo corresponde a algún rasgo de carácter, o conmemora un suceso o hecho. El libro de Génesis proporciona una serie de nombres para Dios, cada uno de los cuales revela un aspecto de la persona de Dios mientras interactúa con el hombre en la historia.
El Elyon, Dios Altísimo (Génesis 14:18)
En una batalla de cuatro reyes contra cinco, Dios otorga a la pequeña fuerza de Abraham de 318 hombres la victoria en su misión de rescatar a su sobrino Lot de sus captores. El rey-sacerdote de Salem, Melquisedec, bendijo a Abraham en el nombre del “Dios Altísimo”. Como no hay dios más alto que Jehová, y como el cielo y la tierra le pertenecen a él, esta bendición valió más para Abraham que las riquezas de Sodoma.
El Roi, Dios que ve (Génesis 16:13)
Agar se encontraba en un momento de desesperación y miedo. Estaba embarazada, expulsada de su hogar y buscando refugio en el desierto seco camino a Egipto. En esta situación, el ángel del Señor “la halló” (Génesis 16:7), había “oído [su] aflicción” (v. 11), y la cuidó (v. 13, la English Standard Version). De esa manera la vio el Señor; él era el “Dios que ve” en el sentido de tener compasión y proveer para ella en sus problemas. Sin embargo, no se limitó a cuidarla desde lejos. Se le apareció, y cuando se reveló que el ser que estaba delante de ella era el mismo Señor en forma encarnada (v. 13), ella expresó su temor al alabarlo como el “Dios que ve”, el Dios visible.
El Shadday, Dios Todopoderoso (Génesis 17:1)
“Dios Todopoderoso” es la traducción tradicional de este nombre, aunque hay cierto debate. También se puede separar en sus diferentes componentes y se ve la idea de que “Dios que es suficiente”. Por supuesto, la suficiencia de Dios es perfecta porque su poder es perfecto. En Génesis, este título sirvió con regularidad como un recordatorio de que Dios en su poder es suficiente, especialmente cuando sus siervos se encuentran en circunstancias difíciles. Abraham necesitaba tal seguridad con respecto a la demora en concebir a su hijo prometido (Génesis 17:1). El nieto de Abraham, Jacob, tuvo gran consuelo al conocer a Dios como el Todopoderoso, ya que este nombre apareció en momentos críticos de su vida (Génesis 28:3; 35:11; 43:14; 48:3; 49:25).
El Olam, el Dios Eterno (Génesis 21:33)
Al hacer un pacto con un vecino, Abimelec, Abraham conmemoró el momento con la plantación de un árbol e invocando el nombre del Señor. Dado que este acuerdo formal duraría para siempre, fue apropiado que en aquella ocasión Abraham reconociera la naturaleza eterna de Dios. Las indicaciones en el texto son que Abimelec no fue muy honesto en sus tratos con Abraham (Génesis 21:25). El carácter inmutable eterno de Dios es un ancla para los creyentes en las aguas cambiantes de la infidelidad del hombre.
El-elohe-Israel, Dios (es) el Dios de Israel (Génesis 33:20)
Este es el nombre que Jacob le dio a un altar que erigió cerca de Siquem. Expresaba su vinculación de lealtad con el Señor, como lo había prometido muchos años antes en Génesis 28:21. La historia de la vida de Jacob es la historia de un hombre llevado pacientemente por la gracia de Dios, con muchos obstáculos en el camino, para conocerle y dedicarse a él. Ni siquiera este momento podría considerarse la culminación de ese proceso, sino más bien otra experiencia de aprendizaje, ya que Jacob acababa de abandonar el estilo de vida de peregrino que era el llamado de su familia para comprar un terreno y quedarse allí (Génesis 33:19).
Dios siempre será Dios, el Eterno y el Altísimo, pero debemos aprender cómo hacer que Él sea nuestro bajo sus propios términos.
–Brigham Eubanks