Hechos 12:24 dice que “la palabra del Señor crecía y se multiplicaba“. La palabra de Dios “se multiplica” cuando los hombres la obedecen y son añadidos por el Señor al número de los salvos (Hechos 2:38,41,47).
Dicho de otra manera, se multiplica cuando las personas:
(1) oyen el evangelio puro de Jesucristo sin tradiciones ni filosofías humanas (Romanos 10:17; Mateo 15:1-9; Colosenses 2:8),
(2) creen en Jesús como el Hijo de Dios (Juan 3:16; 8:24; 11:25; Marcos 16:16),
(3) se arrepienten (Hechos 2:38; 17:30),
(4) confiesan fe en Jesús (Hechos 8:36-37; Romanos 10:9-10) y
(5) son bautizados en agua para el perdón de los pecados (Marcos 16:16; Hechos 2:38; 22:16; Romanos 6:4-7; 1 Pedro 3:21).
No se multiplica cuando intentamos ganar almas con otras cosas (por ejemplo, comida, dinero, entretenimiento, actividades deportivas, premios para los que asisten al culto, etc.). Dios “trae” a las personas a través de la enseñanza de su palabra, ni más ni menos (Juan 6:44-45) .
Cuando intentamos atraer a la gente con te, helado, y pollo, será tan débil como el té, tan fría como el helado y tan muerta como el pollo.
El único cebo o carnada que debemos poner en el anzuelo cuando evangelizamos a nuestro prójimo perdido es la palabra de Dios (Lucas 8:11). Sólo con ella Dios podrá rescatar a las almas de la potestad de las tinieblas y trasladarlas al reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13).
Pongamos siempre nuestra confianza en la palabra de Dios y no en los trucos publicitarios de las denominaciones, los cuales sirven solamente para abaratar el precioso mensaje de nuestro Salvador.
–Jerry Falk