Una ilustración
Se relata la historia de un hombre que salió a dar un paseo por la playa para ver el daño que había producido una tormenta violenta la noche anterior. Mientras caminaba, cuál fue su asombro al encontrar miles de estrellas de mar que habían sido depositadas en la arena por la fuerza de las olas. Al aparecer el sol de entre las nubes, las estrellas de mar empezaron a secarse y a morir.
Entonces vio otra cosa que le llamó la atención. Un joven que también había notado la suerte de las estrellas de mar estaba recogiéndolas, una por una, y lanzándolas de nuevo al océano.
“¿Por qué haces eso?” le preguntó el hombre cuando se acercó. “Una sola persona no podrá efectuar un cambio muy grande entre tantas estrellas de mar. Jamás lograrás devolverlas todas al agua. Simplemente son demasiadas.”
“Sí, es verdad,” suspiró el joven mientras se agachaba y recogía otra estrella de mar para lanzarla al agua. Luego, al verla hundirse, miró al hombre, sonrió, y exclamó: “¡Pero seguro que las cosas han cambiado para ésa!”
Aproveche las oportunidades que Dios le da
Jamás podremos ayudar a todo el mundo a obedecer al evangelio y ser salvos (Marcos 16:16; Hechos 2:38). Ni siquiera es posible llegar a toda la gente de nuestro país, ¡mucho menos al mundo entero! Pero sí podemos ayudar a aquellos con los cuales tenemos contacto (nuestros familiares, vecinos, compañeros de trabajo, etc.). ¡Dios puede obrar a través de nosotros para marcar una diferencia en las vidas de ellos!
De acuerdo con esto, el apóstol Pablo enseña que somos responsables ante Dios no según lo que no tenemos, sino según lo que tenemos (2 Corintios 8:12). Aprovechemos las oportunidades que Dios nos da para arrojar a las “estrellas de mar” con los cuales tenemos contacto al agua viva que salte para vida eterna (Juan 4:14).
Si usted es una “estrella de mar” que necesita el agua viva que ofrece Jesús, no deje de ponerse en contacto con nosotros. ¡También queremos que usted se salve!
–Jerry Falk (adaptado)