Hace varios años, mientras dejaba a mi hijo en la escuela, una frase en la parte trasera de un carro me llamó la atención. Ponía: “Sé cómo te sientes. Simplemente no me importa”.
Me temo que esto era algo más que una forma graciosa de llamar la atención. ¡Una búsqueda de la frase en Google produjo 1,500,000 resultados! Era tan popular (en el 2009) que se podía comprar camisetas, llaveros y ambientadores para coches con estas palabras. Es un día triste en Estados Unidos cuando muchas personas pueden identificarse con el sentimiento expresado en estos insensatos artículos novedosos.
La idea parece ser: Sé que estás pasando por momentos difíciles. No quiero oírlo. No es mi problema. Esto me recuerda el refrán “ojo que no ve, corazón que no siente”. Si no sabes nada acerca de las dificultades que otros están experimentando, no tendrás que sufrir. ¡Desconéctate y sé feliz!
Afortunadamente para nosotros, Dios no es así. En cambio, cuando estás pasando por momentos difíciles, Dios quiere que eches toda tu ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de ti (1 Pedro 5:7).
¡Tan grande es su preocupación por nosotros que dio a su Hijo unigénito para que muriera por nosotros (Juan 3:16)! Con esto en mente, el apóstol Pablo dice que “cuando aún éramos débiles, a su tiempo [Cristo] murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6-8). El Padre no sólo se preocupa por nosotros, ¡sino que también demuestra su preocupación por sus acciones!
Jesús se preocupa por nosotros en medio de las pruebas y tentaciones porque Él mismo sufrió estas cosas y, por consiguiente, “es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:18). Más adelante, el escritor inspirado de Hebreos dice que Jesús “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25). Mientras el mundo prefiere no conocer nuestros problemas, Jesucristo vive para interceder por nosotros ante el trono del Padre.
Quizás es por eso que el salmista dijo: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2).
En este mundo indiferente, podemos estar seguros de que Dios se preocupa por nosotros… ¡y lo ha demostrado con sus acciones!
–Jerry Falk