La fe de muchas personas hoy en día
La frase “yo creo en Dios” se oye a menudo entre personas que reclaman ser religiosas. Algunos, no dispuestos a ser tan específicos, dicen que creen en “algo” o en “el universo”, confesiones que parecen estar de moda hoy día.
En realidad, lo que quieren decir es que creen que “Alguien” o “algo” existe y que nos ha creado y dejado en la Tierra. Aceptan mentalmente la idea de que existe un Ser que es más grande que ellos mismos. A primera vista, puede que estas confesiones de fe nos parezcan suficientes, pero ¿es así?
La fe de algunos en el primer siglo
Para contestar esta pregunta, pasamos a considerar un pasaje de la carta de Santiago. En esta epístola, el escritor inspirado se dirige a algunos que tenían una creencia parecida a la de la gente de hoy día. Santiago les dice: “Tú crees que Dios es uno; bien haces” (Santiago 2:19). Los judíos empleaban Deuteronomio 6:4 como parte de sus oraciones diarias. Dice: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Ahora como cristianos, recordaban bien este hecho acerca de la naturaleza de Dios.
Sin embargo, Santiago añade un punto muy importante que habían olvidado: “También los demonios creen y tiemblan” (Santiago 2:19). No bastaba creer en la existencia del Dios único. Aun los espíritus malos, los ángeles de Satanás (Mateo 25:41; Apocalipsis 12:7-8), ¡saben con toda seguridad que Dios existe! No obstante, rehúsan obedecer su voluntad. No respetan su palabra ni se creen responsables ante él. Por consiguiente, tampoco son salvos.
Confesiones superficiales
La fe de muchos hoy en día no es muy diferente de la de aquellos cristianos hebreos. Emplean frases como “creo en Dios” o “creo en algo”, como si fueran una fórmula mágica que satisface su responsabilidad ante el Creador. Parecen pensar que así pueden evitar su obligación de obedecerle. Quieren hacer las cosas a su manera, sin someterse humildemente a la palabra de Dios ni abandonar sus prácticas pecaminosas.
¿Qué opina Dios de esta clase de “fe”? Jesucristo responde con franqueza: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). También, pregunta a todos aquellos que quieren creer sin obedecer: “¿por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo” (Lucas 6:46).
No basta creer en la existencia de Dios. Además de aceptar la idea de que Dios existe, es necesario obedecer su voluntad. Para tener una fe verdadera, es necesario recibir humildemente su palabra y ponerla en práctica en nuestras vidas diarias (Santiago 1:21-22).
–Jerry Falk