Hace unos años, tuve una conversación interesante con un policía afroamericano. Nuestro intercambio breve empezó cuando le dije: “Gracias por su servicio”. Agregué: “Apuesto a que usted no oye eso muy a menudo”. Respondió: “En realidad, lo estamos escuchando más ahora”.
Sin que yo le dijera ni una sola palabra sobre Michael Brown, Freddy Gray ni Eric Garner, afroamericanos que perdieron la vida en enfrentamientos con la policía, añadió: “Sabes, hay millones de interacciones entre la policía y los ciudadanos todos los días y los medios de comunicación se enfocan solamente en las malas”. ¡Tenía razón!
Para empeorar las cosas, este reporterismo sesgado ha llevado a algunos a la conclusión de que tienen el derecho divino de resistir a las autoridades. Aunque sin duda hay abusos en la aplicación de la ley, parecen creer que los oficiales de policía en general son delincuentes, mientras que quienes los confrontan son los defensores altruistas de la justicia.
Esto me recuerda las palabras del profeta Isaías cuando escribió: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20).
También me recuerda las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (Romanos 13:1-4).
Desde luego, puede que haya algunas “manzanas podridas” entre la policía, pero esto de ninguna manera le da a nadie el derecho a faltarles el respeto, oponerles resistencia, odiarles ni mucho menos quitarles la vida, tal como vimos hace un tiempo en Dallas, Texas y Baton Rouge, Louisiana.
–Jerry Falk