Una comparación de enfermedades físicas y espirituales
Por lo general, una persona quiere saber lo antes posible si ha contraído una enfermedad grave para tomar las medidas correspondientes. A menudo se buscan pruebas y exámenes para este fin.
En la Biblia, las comparaciones con las enfermedades físicas nos ayudan a comprender la gravedad del pecado (por ejemplo, Mateo 9:12; Jeremías 46:11-12). El contagio del pecado siempre ha existido. Por esta razón, todos necesitamos saber detectar enfermedades espirituales en nuestras vidas.
Medios de detección poco confiables
La ciencia humana — La ciencia humana de hoy sabe mucho más en el campo de medicina que hace uno o dos siglos. Aún así, cuando llegue una pandemia como ésta, los hombres buscan soluciones constantemente. (Agradecemos a quienes trabajan en el campo de medicina para nuestra sanación física.)
La Biblia deja claro que en el ámbito espiritual los hombres no pueden decidir ni determinar, por sí mismos, lo que sea pecado ni lo que no lo es. Pablo dijo: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21). No podemos conocer a Dios a través de la sabiduría humana, ni podemos conocer el plan de Dios para el hombre sin su palabra revelada. El pecado es la transgresión de la ley de Dios (1 Juan 3:4), no de las ideas ni filosofías de los hombres (Proverbios 16:2).
Las emociones — Entendemos que es posible que uno diga: “No me siento mal”, aunque puede que ya esté enfermo sin darse cuenta. Las personas que tienen coronavirus a menudo no tienen síntomas.
Las emociones no son una guía confiable para determinar qué es el pecado ni qué se requiere para estar bien con Dios. Isaías 44:20 indica que una persona puede permitirse ser engañada por su propio corazón y desviarse de manera que “no libre su alma”. La Biblia a menudo habla de lo engañoso que es el pecado (Hebreos 3:12; 2 Timoteo 3:12-13).
Formas de detectar mejor el pecado y sus síntomas
A) Por sus frutos — Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). Entendemos que el falso maestro es conocido por sus “frutos malos” (Mateo 7:17) y muchas veces podemos reconocer lo que es pecaminoso debido a los resultados negativos de la mala conducta (Lucas 6:43-45). Jesús dijo: “La sabiduría es justificada por sus hijos” (Mateo 11:19).
B) Por oír a los que enseñan la Palabra — Santiago 1:21 dice que debemos recibir la palabra implantada con mansedumbre. La Biblia en varios lugares habla de lo bueno que es escuchar la palabra predicada. Al mismo tiempo, entendemos que necesitamos discernir entre la enseñanza pura e impura al examinar lo que se enseña, como lo hicieron los bereanos (1 Tesalonicenses 5:21; Hechos 17:11).
C) Por el autoexamen — Es posible escuchar muchas lecciones. Es posible leer mucho y tener mucho conocimiento bíblico. Sin embargo, no será de mucho valor práctico, si no estamos tratando de aplicar a la vida lo que hemos aprendido, examinándonos para ver cómo necesitamos estar en nuestro caminar espiritual (Santiago 1:22-25).
D) Por tener cautela — Sin darnos cuenta en un momento dado, es posible seguir ejemplos de comportamiento cuestionable o prestar atención a las doctrinas de los hombres. Para una enfermedad peligrosa, se toman medidas significativas como precaución. ¿No sería aún más importante evitar comportamientos o situaciones que pongan en peligro el alma? Pablo le dijo a Timoteo que se cuidara a sí mismo en cuanto a su comportamiento y en la doctrina (1 Timoteo 4:16). Es posible ser demasiado cauteloso o demasiado exigente, pero cuando aparece una “alerta roja” en nuestras mentes y la ignoramos, es probable que más tarde lo vayamos a lamentar.
La enfermedad espiritual y la necesidad de urgencia
Debido a la pandemia de coronavirus, hemos escuchado muchas cosas alarmantes y preocupantes a nivel mundial. Para las enfermedades en general, las personas tienden a preocuparse mucho y quieren saber de inmediato cuáles son los síntomas para identificar y tratar las afecciones que pueden ser perjudiciales para nuestros cuerpos físicos.
¿No deberíamos ver que es urgente detectar cuándo estamos con alguna enfermedad espiritual que nos puede alejar del Padre Celestial? Una enfermedad que nos separa de Dios, también se interpone en nuestro camino al cielo. El Gran Médico, Jesús, vino a proporcionar la curación espiritual y la vida que todos necesitan. Que podamos ser persistentes en tratar de no ser infectados con el pecado y pedir ayuda divina para reconocer el pecado y sus síntomas para que podamos ser sanados y revividos espiritualmente y, así, algún día heredar un hogar celestial con Él.
–Greg Roark