Cuando no sabes qué hacer contigo mismo
Esta mañana, estaba escuchando las noticias y un psicólogo decía que uno de los grandes desafíos durante esta pandemia es superar los sentimientos de inutilidad. La verdad es que estos y otros pensamientos similares pueden afectarnos en cualquier momento, y no sólo cuando estamos en medio de una cuarentena.
¿Cuántas veces hemos oído hablar de los jubilados quienes, después de dejar su vocación de toda la vida, luchan diariamente con sentimientos de inutilidad? Tienen muchas ganas de dejar su trabajo, pero cuando lo hacen no es lo que esperaban. Sufren de depresión y no saben qué hacer con su vida. Algunos vuelven a su antiguo trabajo y otros pasan el tiempo cuidando el jardín, arreglando la casa, cuidando a los nietos… haciendo lo que sea para mantenerse ocupados. ¡Todos queremos sentirnos útiles!
Dios satisface nuestra necesidad
El Creador del universo no sólo ha puesto esta necesidad en nuestro corazón sino que también nos ha dado la posibilidad de satisfacerla como siervos suyos. En esta vida, podemos ser útiles en muchas capacidades: útiles en el trabajo, útiles en el hogar, útiles en nuestra comunidad, etc., pero ¿qué puede ser más satisfactorio que ser útiles para Dios?
2 Timoteo 2:20-21 dice: “Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra. Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra” (LBLA). Si evitamos los hábitos mundanos que conducen cada vez más a la impiedad (2 Timoteo 2:16), o sea, si nos alejamos de las cosas pecaminosas (2 Timoteo 2:19), podemos llegar a ser vasos útiles para el Señor.
Cada día provee nuevas oportunidades
Cada mañana, el siervo de Dios puede levantarse de la cama regocijándose de que ahora tiene verdadero propósito de vida: ¡servir a Dios! La verdadera y completa utilidad es posible sólo cuando cumplimos con el propósito por el cual fuimos creados.
En Isaías 43:7, Dios dice que “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado“. El apóstol Pablo lo dice de esta manera: “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
Todos los días, el seguidor de Cristo tiene el noble objetivo de permitir que Dios obre a través de él por medio de su palabra. Esto sirve a un triple propósito: Dios es “glorificado”, el discípulo encuentra una verdadera y completa utilidad, y otros son alentados a aprovechar las mismas bendiciones en sus propias vidas.
–Jerry Falk