¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia los placeres de la vida? ¿El hedonismo, el ascetismo o algo más? Tres pasajes de la Biblia usan casi las mismas palabras, “come, bebe, regocíjate”, para hablar de tres filosofías muy diferentes con respecto a las comodidades materiales, la diversión y el placer.
El insensato que buscó la satisfacción en las posesiones materiales
Lucas 12:16-20: “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”
En este uso más conocido de la frase, “Come, bebe, regocíjate”, Jesús transmite la historia de un hombre rico para enseñar contra la codicia y para ilustrar el error de pensar y actuar como si nuestra vida consistiera en nuestras posesiones (Lucas 12:15). Una crisis de sobreabundancia provoca una profunda reflexión en un hombre rico. Habría sido el momento ideal para agradecer humildemente a Dios, intentar ser generoso con los necesitados y renovar el enfoque en la vida venidera (1 Timoteo 6:17).
En cambio, este hombre que ha pasado su vida amontonado cosas no puede pensar en nada más noble que continuar acumulando posesiones. Lo suficiente nunca es suficiente para los de una mentalidad materialista. Confió en la incertidumbre de las riquezas, cuando ni siquiera se le garantizaba la vida. A menudo la gente pierde dinero; en este caso, es más apropiado decir que el dinero le perdió a él. Este hombre pensó que su mayor problema era la falta de espacio para todas sus cosechas. En realidad, su problema era el más grande de todos: “Así es el que … no es rico para con Dios” (Lucas 12:21).
Tenga cuidado con el mismo tipo de codicia. No caiga en la trampa mundana de creer que su felicidad y seguridad pueden ser aseguradas por las riquezas. Ponga su alegría y confianza en el Dios eterno y personal. Si no lo hace, estará haciendo una inversión que segura y repentinamente irá a la quiebra. Tome en cuenta a Dios y su juicio. Sea rico en fe (Santiago 2:5) y tome decisiones en la vida que demuestren que su recompensa está en el cielo.
La desesperación de la falta de propósito contra la vida en Cristo
1 Corintios 15:32: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”.
En este contexto, “comamos y bebamos” es el aferramiento desesperado y lamentable de alguien que no tiene esperanza más allá de este mundo. Pablo defiende poderosamente la enseñanza de la resurrección en 1 Corintios 15 y señala que los que han abandonado esta doctrina no tienen nada mejor que exprimir del mundo todo el placer momentáneo que puedan.
La filosofía moderna, la cual retrata al hombre como fundamentalmente igual a los animales, que no tiene ningún propósito más alto ni futuro más allá de la muerte, no puede ofrecer nada mejor que “comamos y bebamos”. Sin embargo, cada sabor está obsesionado por la realización de que “mañana morimos”. La vida en Cristo, sin embargo, trasciende la tumba, y nos permite incluso sufrir pérdidas en esta era por su causa, sabiendo que nuestra recompensa es grande en el cielo.
Disfrutando los buenos placeres de la vida con actitudes correctas
Eclesiastés 5:18-19: “He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque ésta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios”.
Este pasaje usa casi la misma fraseología para señalar la actitud correcta hacia el placer. De hecho, esta escritura respalda con entusiasmo el disfrutar de las cosas buenas de la vida.
Note las diferencias críticas en las actitudes del corazón. En primer lugar, no hay expectativa de más que placer pasajero. La persona temerosa de Dios se da cuenta de que las alegrías terrenales no están destinadas a proporcionar la satisfacción más grande, ni se puede dar por sentada la continuación de los buenos tiempos (como lo hizo el hombre rico de la parábola de Jesús). En segundo lugar, se reconoce que los placeres saludables son regalos de Dios mismo, quien también otorga el poder de disfrutarlos. Con esta realización viene la alegría más grande: tenemos un Dios que se deleita en darnos cosas agradables y, por lo tanto, se puede encontrar la mayor satisfacción en una relación con este Dador y Padre bondadoso.
Disfrutar completamente los placeres de la tierra de esta manera va de la mano de una vida que busca a Dios.
–Brigham Eubanks