Una vez alguien supuestamente le preguntó al filósofo ateo Bertrand Russell qué diría si un día se encontrara en la presencia del Creador en el juicio final y Dios le preguntara: “¿Por qué no creíste en mi?” Russell respondió enérgicamente: “Yo le diría: ‘¡Insuficiente evidencia, Dios! ¡Insuficiente evidencia!'”
Muchos afirman que creerían si tuvieran “más pruebas”
Asimismo, muchos hoy en día afirman que la razón por la cual no creen en Dios es porque “no hay suficiente evidencia”. “No creo en lo que no veo”, nos dicen. A primera vista, parece que los que hacen esta afirmación son sinceros y que creerían inmediatamente si Dios les diera unas cuantas pruebas más de su existencia. ¿Es verdad esto?
La creación física y la existencia de Dios
En realidad, aun si no tuviéramos la Biblia, tendríamos suficiente evidencia para poder creer en la existencia de Dios. De hecho, el apóstol Pablo dice que “lo que de Dios se conoce les es manifiesto [a los hombres], pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20).
La creación física (es decir, el orden y diseño de los cuerpos celestiales, del reino animal y vegetal y hasta incluso de nuestros propios cuerpos) es suficiente para tener fe en la existencia de Dios.
Algunos jamás creerán, por muchas pruebas que tengan
Lamentablemente, algunos nunca creerán, independientemente de la cantidad de evidencia.
Esta verdad se ve claramente en la historia del cojo mencionado en Hechos capítulos 3 y 4. Los líderes religiosos (los gobernantes, los ancianos, los escribas, el sumo sacerdote y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; Hechos 4:5-6) entendieron que el cojo “había sido sanado” de tal manera que “no podían decir nada en contra” (Hechos 4:14). ¡Toda la evidencia estaba delante de sus narices¡ Aun así, era “insuficiente”. En vez de creer, decidieron amenazar a Pedro y a Juan para que no hablaran más a nadie en el nombre de Jesús (Hechos 4:17).
PARA PENSAR: El problema de la incredulidad no es la ausencia de evidencia sino el rechazo voluntario de la misma. Si yo rechazo la evidencia que Dios me ha dado, ¿acaso creeré si me diera más? ¿Creo yo que la evidencia que Dios me ha dado es suficiente o necesito ver otras “señales” para poder creer en Él?
–Jerry Falk