Job perdió prácticamente todo lo que tenía. Los sabeos robaron su ganado y mataron a sus criados (Job 1:14-15). Sus hijos e hijas murieron por un “gran viento”, probablemente algo parecido a un tornado (Job 1:18-19). Job tenía una condición física que producía úlceras malignas “desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza” (Job 2:7). Por si eso fuera poco, su propia esposa le dijo: “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9).
Todas estas pruebas hacen que nuestro sufrimiento parezca una picadura de mosquito en un viaje de pesca. Aun así, Job continuaba confiando en el Señor (Job 13:15).
Job era un hombre justo y fiel (Job 1:1,8). Su sufrimiento no fue el resultado directo de ningún mal que hubiera cometido. Siempre se esforzaba por tener en cuenta la voluntad de Dios en todo lo que hacía.
Por contraste, muchos de nosotros hoy sufrimos porque tomamos decisiones importantes sin considerar primero la voluntad de Dios en el asunto. Le damos a Dios un lugar de importancia secundaria en nuestras vidas y, como Frank Sinatra, cantamos con entusiasmo “lo hice a mi manera”. Cuando sufrimos, nos preguntamos por qué.
Nuestro sufrimiento es diferente al de Job por el hecho de que a veces nos lo buscamos al no darle a Dios el lugar que merece en nuestras vidas. A diferencia del caso de Job, muchas veces nuestros pecados son la causa directa de nuestro sufrimiento.
Sin embargo, ya sea que seamos un cristiano fiel o un incrédulo impenitente, a veces sufriremos cuando no sea el resultado de nada que hayamos hecho. Como cristianos, debemos asegurarnos de que nuestras dificultades no sean el resultado de hacer las cosas “a nuestra manera”. Al leer la palabra de Dios y someternos humildemente a ella, ¡evitaremos mucha tristeza innecesaria en la vida!
Esta es exactamente la razón por la que el escritor de Proverbios dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:5-10).
–Jerry Falk