Al referirse a la importancia del bautismo como parte esencial del plan de salvación de Dios, algunos responden dirigiendo la atención a los versículos bíblicos que hablan sobre la fe. Esto se hace en un esfuerzo por demostrar que la salvación es por “la fe sola” y que el bautismo no es necesario.
La mentalidad de la fe contra el bautismo
Algunos incluso podrían decir: “Por cada versículo que usted me da sobre el bautismo, puedo darle diez sobre la fe”. En realidad, esta afirmación no sería exagerada. Hay muchos más versículos en la Biblia que hablan acerca de la fe o creer que aquellos que mencionan explícitamente el bautismo. Además, hay cinco elementos diferentes del bautismo mencionados en el Nuevo Testamento: la nube y el mar (1 Corintios 10:1-2), el sufrimiento (Marcos 10:38-39; Lucas 12:50), el fuego (Mateo 3:11), el Espíritu Santo (Mateo 3:11) y el agua (Mateo 3:5-6; Juan 3:23; Hechos 8:36-38). Así que, cada vez que leemos acerca del bautismo no está hablando de ser sumergidos en agua.
Armonizando las contradicciones aparentes
¿Cómo es posible armonizar los versículos en la Biblia que hablan de la necesidad de la fe para la salvación (Juan 3:16; 6:47; etc.) con los que hablan de la inmersión en agua como requisito para la salvación (Marcos 16:16; Hechos 2:38; 8:35-39; 10:47-48; 22:16; 1 Pedro 3:20-21)? La respuesta a esta pregunta radica en integrar, no separar, la enseñanza bíblica sobre estos dos temas. La palabra “integrar” significa “completar un todo con las partes que faltaban, hacer que … algo pase a formar parte de un todo” (Real Academia Española).
Algunos hablan de la fe y el bautismo como si fueran diametralmente opuestos. Por ejemplo, cuando se muestra Hechos 2:38 a alguien que cree en la salvación por “la fe sola”, casi invariablemente le llevará a Juan 3:16 (“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.) En su mente, Juan 3:16 descarta la necesidad del bautismo para ser salvo, aunque Hechos 2:38 claramente dice que es necesario “para perdón de los pecados”.
Al poner Juan 3:16; 6:47; Efesios 2:8-9; Tito 3:5; etc. contra Hechos 2:38, la consecuencia lógica es que la Biblia se contradice. Por contraste, los estudiantes concienzudos de la palabra de Dios deben aprender a interpretar y aplicar las Escrituras de tal manera que las contradicciones aparentes estén armonizadas. En lugar de crear una dicotomía (dualidad) artificial entre la fe y el bautismo, los estudiantes de la Biblia deben esforzarse por unificar estos conceptos.
La fe y el bautismo trabajando juntos
Un estudio cuidadoso e imparcial de las Escrituras revela que la fe y el bautismo trabajan juntos para lograr nuestra salvación. En lugar de separar estos dos conceptos, las experiencias de conversión de los primeros cristianos los integraron.
Por ejemplo, el apóstol Pablo les dice a los colosenses que habían sido enterrados con Cristo en el bautismo, “en el cual” también fueron “resucitados con él, mediante la fe” (Colosenses 2:12). El bautismo aquí se describe como un acto de fe en el que los colosenses recibieron el perdón de los pecados y se agregaron al cuerpo de los salvos (comparar Hechos 2:38,47).
Otro ejemplo de la fe y el bautismo trabajando juntos para la salvación se enseña claramente en la carta de Pablo a los gálatas. Allí indica que se habían convertido en hijos de Dios “por la fe” cuando su fe les impulsó a ser “bautizados en Cristo” (Gálatas 3:26-27).
¿Es de extrañar, pues, que sólo después del bautismo de casi tres mil almas en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo se refiriera a ellos como “todos los que habían creído” (Hechos 2:44)? ¡El bautismo es una parte integral del plan de salvación de Dios!
–Jerry Falk