Al pasar Jesús por ciudades y aldeas predicando el evangelio, alguien le pregunto: “Señor, ¿son pocos los que se salvan” (Lucas 13:23)? Jesús podría haber repetido la parte del Sermón del Monte donde dice: “estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14).
Esfuércense ustedes a entrar
En vez de esto, en Lucas 13:24, Jesús dice: ·”Esfuércense por entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán” (NBLH). Nótese cómo Jesús comienza su respuesta con la palabra “esfuércense”. Quizá la persona que hizo esta pregunta estuviera pensando en otras personas en vez de en sí mismo. Sin embargo, Jesús puso la pelota en el tejado del interrogador y de los demás que escuchaban sus palabras. La palabra “ustedes” (o “vosotros”) se entiende por implicación en el imperativo “esfuércense” (o “esforzaos”). “Esfuérecense ustedes por entrar por la puerta estrecha” fue la respuesta del Señor.
Reflexionemos primero sobre nuestra propia condición
¿Cuántas veces nosotros hemos hecho lo mismo? Nos preocupamos por el hecho de que muchos están en el camino que lleva a la destrucción, pero ¿nosotros mismos nos estamos esforzando a entrar por la puerta estrecha? Es fácil odiar los pecados de los demás, pero el siervo fiel de Dios lo odiará con la misma intensidad –y aún mucho más– cuando lo encuentra en su propio corazón.
No hablemos de los “pecados” de los demás mientras hablamos de nuestras “debilidades” o de nuestros “defectos”. Si encontramos evidencia de pecado en nuestras vidas, ¡llamemos al pan “pan” y al vino “vino”! Echemos sobre nuestros pecados toda la tinta negra que merecen y reconozcamos con humildad la gravedad de nuestra condición sin Cristo (Efesios 2:1-2; 1 Juan 5:12).
Ocupémonos primeramente en nuestra propia salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). Una vez hecho esto, tendremos muchas oportunidades para ayudar a otros a estar bien con Dios.
–Jerry Falk