¿Si se dieran a una pregunta tres respuestas diferentes, podrían todas las respuestas ser correctas? Parece improbable ¿no? Sin embargo, este es el caso en el libro de Hechos del Nuevo Testamento, cuando se hace la pregunta “¿Qué debo hacer?” (para ser salvo).
Las tres respuestas
(1) La respuesta expresa dada al carcelero de Filipos fue “¡Cree!” (Ver Hechos 16:25-34 para el relato completo.) Algunos insisten en que esta respuesta expresa es completa, y por lo tanto la salvación es por la fe sola. Sin embargo, una consideración de las respuestas expresas dadas a esta pregunta en otras ocasiones mostrará la falacia de tal razonamiento.
(2) Cuando algunos de la multitud de Pentecostés preguntaron: “¿Qué haremos?” se les dijo: “Arrepentíos, y bautícese”. (Ver los detalles en Hechos 2:6-38.)
(3) Y cuando Saulo preguntó: “¿Qué haré?” fue dirigido a Ananías, quien le dijo: “Levántate y bautízate”. (Ver Hechos 9:1-18; 22:6-1.)
Las respuestas, de por sí, son incompletas
Si sólo se debería considerar la respuesta expresa, tendríamos que concluir que el carcelero fue salvo por la fe sola, y que aquellos en el día de Pentecostés fueron salvos por el arrepentimiento y el bautismo (es decir, sin nada de fe), y que Saulo fue salvo por el bautismo sólo, sin fe ni arrepentimiento. Por supuesto ninguna de estas conclusiones es válida.
Un estudio justo del contexto muestra que los mismos elementos, y los tres elementos, estaban presentes en cada uno de los casos examinados. Uno debe tener fe en Cristo para ser salvo, pero la fe que no es lo suficientemente fuerte como para hacer que uno obedezca los mandamientos del Señor es una fe “muerta” (Santiago 2:24-26).
¿Por qué las respuestas son diferentes?
Porque las preguntas fueron hechas por personas en diferentes circunstancias. Un hombre en Burnet, Texas, puede preguntar: “¿A qué distancia está San Antonio?” y que le digan, “100 millas”. En Marble Falls, esta pregunta obtendría una respuesta diferente (“86 millas”). Y en Blanco, la misma pregunta obtendría una tercera respuesta diferente (“50 millas”). Sin embargo, todo sería parte de una gran verdad.
No hay indicios de que el carcelero de Filipos tuviera conocimiento o fe en el sistema cristiano; así que se le dijo que “creyera” (Hechos 16:31), y luego “le hablaron la palabra del Señor” (Hechos 16:32). Se arrepintió, como se indica por lavarles las heridas, y fue bautizado, como se menciona en Hechos 16:33. Así que, él “creyó” de verdad (Hechos 16:34).
Pero aquellos en el día de Pentecostés escucharon la predicación de Cristo antes de hacer su pregunta. “Se compungieron de corazón” por la predicación (Hechos 2:37); es decir, ellos creyeron. Luego se les dijo: “Arrepentíos y bautícese” (Hechos 2:38).
Y Saulo (más tarde llamado Pablo) ya había creído y había pasado tres días orando con arrepentimiento (Hechos 9:9,11), cuando se le dijo: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados” (Hechos 22:16).
¿Dónde está USTED?
El estado o condición de usted ante Dios debe considerarse al contestar la pregunta “¿Qué debo hacer?” El Señor salvará a “todos los que le obedecen” (Hebreos 5:9) y ha dado un evangelio a todos (Gálatas 1:8; Romanos 2:11). ¿Ha probado usted su fe con plena y completa obediencia a su voluntad?
–Robert F. Turner